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lunes, 9 de enero de 2012

Esto es un adiós...

Hoy he presenciado muchas despedidas. Hoy era un día de "adioses". En aeropuertos, en estaciones de tren, en todo rincón que observara.


Despedidas de padres a hijos, de hijos a padres, de abuelos a nietos, de nietos a abuelos… Despedidas entre grandes y fieles amigos. Despedidas cómplices de amantes. Y despedidas de otra índole.


La duración es variable: tanto puede ser un simple (aunque apasionado) “hasta mañana”, dentro de un mes, las vacaciones de Pascua, el próximo hueco en el que pueda escaparme para verte o “hasta que Dios quiera”. En ocasiones desconocemos cuando se acontecerá el siguiente encuentro, factor inquietante del asunto.


También existe un caso especial: aquellas despedidas para siempre. A veces, no es necesario determinarlo mediante palabras textuales, sientes que estás viviendo vuestro último instante juntos. Puede que ambas partes sean conscientes del hecho, o una lo ignore o que ambas vivan sin saberlo. Pero este “forever & ever” es la nota de máxima tristeza de las despedidas.


El mundo da vueltas, el mundo continúa, el mundo no para aunque la tristeza sea la que rige tu vida. Basándonos en el lema de: “Todo tiene un principio y un final” (que adopte a la edad de 15 años) debemos convivir con las despedidas.


El amor es el motor de la existencia de los humanos. Este en el momento de las despedidas se ve reflejado en muchos actos que, inconscientemente, las personas realizan una y otra vez. Hoy me he limitado a observar detenidamente toda despedida que pudiera divisar. El beso apasionado de despedida entre dos personas de media edad como si de adolescentes se tratara. Esperar a que el tren desaparezca en el horizonte o esperar en el control de seguridad del aeropuerto. Jugar con las ventanas porque, a pesar del cristal, las manos se están tocando. Muchos besos, muchos besos que viajaban por el aire y superaban obstáculos para acabar llegando a la mejilla o labios del destinatario. Rostros llenos de tristeza, miradas de melancolía.


Mañana será otro día, mañana nos despertaremos todos y la despedida deberá ser asimilada para volver a la rutina. Así que dediquémonos a esperar al mañana.