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martes, 26 de octubre de 2010

Retales de una alfombra


Esperando el mismo autobus, en la misma parada. Todo igual.
El sol, la catedral, la dinámica.
Solo hay un cambio, donde radica el valor de la situación: distinta dirección. Parece que sucedió en un tiempo lejano, en realidad, sólo han transcurrido cuatro días. Parece que la maleta lleva el mismo peso, no caigamos ante tal obviedad. Llevo muchísimo más equipaje que cuando llegue.
Sólo el valor de los recuerdos, ya ocupa otra maleta entera. La felicidad experimentada durante estos días ha sido MAYÚSCULA. Vivía sin hora, sin fecha, sólo relacionándome con la realidad de una ciudad que cautiva y con grandes personas.
Llegándome a sentir en un verdadero hogar. Curioso. Sentirse como en casa, en tan sólo cuatro días. Conectar tanto en un lugar como para anhelar construir tu propia rutina en él. Quedarse prendada de esa tierra... Quiero un futuro en Granada, y desearía que no fuera muy lejano.
Se han tejido grandes momentos en este viaje, tanto que creo que, sin apenas darme cuenta, tejí una alfombra entera sin saberlo.