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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Sabes...?

Sabes? Aquí atardece pronto. De hecho, los atardeceres son abrumadores y, si tienes un segundo para detenerte a observarlo, te deja anonada. El contraste de colores, esas nubes altas que van moviéndose y el cielo teñido de un rosa anaranjado que te envuelve y te hace soñar mientras vas caminando. Y, de repente, por ese gran cuadro se divisan bandas de pájaros que emigran para no padecer alguna enfermedad a causa del frío. Los tejados tienen un ángulo bastante agudo y suelen ser edificios con mucho encanto. Algunos restos del comunismo que estuvo reinando aquí hace menos tiempo del que creemos. Ciertamente esos edificios no tienen mucha belleza por sí mismos pero lo que los hace especiales es que forman parte de la historia, todo lo que aquellas paredes callan y, al final, no sabes como acabas por pensar que “no son tan feos…”.

La vida es un poco diferente en estos lares. El frío es una realidad inevitable. Darte cuenta de que un día caluroso aquí es cuando se llega a los 7º. Vestirte para soportar los -2º y luego verificar que el mercurio sólo marca 0º es un gran alivio. ¿He dicho alivio, verdad? Pero a pesar del frío, intentas ser productivo en tu día a día.

No puedo olvidarme del “multicultural problem”. Encontrarse totalmente perdida en medio de un supermercado porqué no sabes exactamente de qué producto se trata, hacer malabares para comunicarse mezclando tres idiomas a la vez y, por supuesto, no olvidemos el lenguaje universal de los signos, que muchísimas veces te salvan la vida. No llegar a comprender el porqué de muchas acciones es parte de la gracia de este juego. Los alemanes al saludar dan la mano, los españoles dos besos. Algo tan sencillo como el conocimiento de este saludo te ahorra alguna que otra situación embarazosa. Esa es solo la introducción de las diferencias existentes entre nosotros. Pero lo maravilloso de todo es que, al fin y al cabo, acabas saliendo con éxito de tu andadura lingüística.

Algo profundamente maravilloso es la gran diversidad lingüística. La magia que se siente al estar en una habitación de 12 metros cuadrados y que las paredes capten más de cuatro idiomas a la vez, es abrumador. La grandeza lingüística es anonadante. En algunas ocasiones puede resultar una barrera pero aquí todos la saltamos para acabar creando grandes amistades. Grandes amistades, grandes amistades con diferentes lugares de procedencia. Apasionante descubrir nuevas costumbres, comidas y detalles. Descubrir que no importa de dónde vengas, todos acabamos disfrutando de los mismos pequeños placeres de la vida. Aprender el significado de sus hábitos que tienen la misma grandeza que los tuyos. Tejer grandes amistades en un tiempo récord porque, al fin y al cabo, aquí solo nos tenemos los unos a los otros habiendo dejado una vida en stand-by.
Pagar el agua mineral sin gas a precio de oro, es otra de las curiosidades de este país. Lo más curioso de todo es que el agua que sale de los grifos de cada casa tiene un sabor exquisito, no es necesario comprar agua embotellada. Aún así, cuando estás en un restaurante siempre será mejor que pidas una cerveza que será cien veces más barata.
La comida no es mediterránea, todo lo contrario, nada en un mar de salsas. Salsas de todos los colores, rebozados de todas las variedades, yogures de todos los sabores… Curiosamente aquí se come con la vista. El aspecto de las galletas y los pasteles son cautivadores pero… al primer mordisco ya notas cuán sabor les falta…

La confianza en el consumidor es inmensa. El transporte público no tiene barreras de acceso de ningún tipo. Es la propia conciencia del usuario quién deberá pagar el ticket y, aquí, esto juega un papel fundamental.
La navidad es algo mágico en estos lares. Disfrutan con cada pequeño detalle navideño. El espíritu navideño invade sus calles y a todos sus habitantes. Los mercados navideños invitan a pasear entre un mar de luces, olores que abren el estómago y la sed (el amado Glüwein que calienta el alma) y norias que tiñen de colores las ciudades. ¡Contagian Weihnachten!

Estar rodeada de gente las 24 horas. Aún así saber encontrar el momento de soledad preciso y necesario. Vamos creciendo. Lo acontecido hace una semana se nos antoja realmente eterno y pasado…Aquí el tiempo se expira rápidamente. Tener la frustración de no poder pararlo y ansiar saborearlo un poco más…
Magdeburg, espérame porque esto sólo ha sido la primera parte.