Incluso madrugando a horas intempestivas, paseando por sus calles aún oscuras pero manteniendo su encanto, Barcelona te roba el alma.
Volver a ella supone un popurrí de emociones, un ritmo frenético durante un corto lapso de tiempo.
Cada rincón incluso cada esquina del monomático Eixample está plagado de sentimiento. De cargas explosivas de imágenes, conversaciones e instantáneas que te recorren el cuerpo como si de una vivencia presente se tratara. Escalofríos y sonrisas, por igual. La piel erizada al tempo con mis pasos. Y todo esto sin salir de mi mente. Sin tan siquiera compartirlo.
Y es que ya ha pasado más de un año desde que me marchara sin llaves de la condal, aprendiendo una lección muy importante. No necesito el metal para tener llave en Barcelona. La llave sois todos y cada uno de vosotros. El motivo por el cual aún sin haberme ido, ya pienso en una nueva fecha para volver. Alimentando este lazo inquebrantable que me une como cual cordón umbilical a Barcelona. Y es complicado comprender el porqué de su efecto tan impactante.
Y como un músico ensayando mentalmente la próxima a orquestar, vuelvo a la nueva realidad que me he construido. Suerte, que ésta se ubica a tan sólo un salto de la Condal. Dudo que haya sido casualidad!
Et tindrem per aquí un temps doncs? Seria genial veure't!
ResponderEliminarCom sempre, un plaer llegir-te, i ja saps, el Taller de Somnis sempre el tindràs obert :)
Una abraçada GRAn