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miércoles, 25 de abril de 2012

Evasión

Un cuaderno, boli, pañuelos y las llaves. En momentos como este no se necesita nada más. La música a todo volumen, las ventanas abiertas y si es de noche muchísimo mejor. El viento haciendo volar la melena. Creer que eres tú quien conduce pero darse cuenta de que, en realidad, es el coche quien guía. Limitarse a dejarse llevar. A dar diez mil vueltas a una glorieta, trazar destinos sin sentido, escuchar el latido del corazón. 
Sentir la velocidad dictada por los pies, sentir la libertad anhelada. 
Conducir, conducir, conducir sin parar. Para acabar aparcando en algún lugar remoto con unas vistas privilegiadas. Porque si algo es importante es poder abrir tu alma en compañía de una imagen idílica. 
Son esos momentos en los que te encuentras a ti misma. En los que las líneas brotan sin necesidad de ser invocadas. Lo único que intentas es calmar la tristeza, frenar la ansiedad que te come por dentro, gritar a los cuatros vientos el dolor que sientes, intentar despedir el miedo demoledor en que se ha convertido tu sombra, analizar la poca fuerza que te queda. Las lágrimas, las  paranoias y reflexiones son el copiloto del viaje. 
Dibujar un futuro diferente, trazar las líneas de la situación ideal, solucionar los problemas...simple y llanamente: evadirse.
Puede que si cierras los ojos y lo deseas con mucha fuerza... acabes apareciendo en el coche...

miércoles, 11 de abril de 2012

Labios silenciosos


Era la última vez... Era la última vez que iban a mirarse fijamente en mucho tiempo. Era la última vez que iban a tocarse en mucho tiempo. Era la última vez que iban a olerse en mucho tiempo. Era la última vez que iban a entrelazar sus cuerpos en mucho tiempo. Era la última vez y, ambos, eran plenamente conscientes de ello. Ése era el detalle que lo hacía aún más evidente y se clavaba entre sus vértebras, produciéndoles una atmósfera de fogoso amor y una niebla densa de dolor en la habitación.




El único testigo presente: las cuatro paredes que delimitaban el territorio de la habitación. Las mismas paredes que se habían sonrojado la primera vez que se besaron con tanta pasión, que sufrían cuando discutían, que casi desvanecen al oír el primer “Te quiero” susurrado…


Los labios totalmente silenciosos. Sus cuerpos hablaban, transmitiendo todo aquello que debían decirse. Los secretos que habían callado, en un solo acto salían a la luz. Las largas piernas de ella que, se entreveían entre las trasparencias de las medias, le erizaban la piel a él. La sutil manera de susurrarle al oído cuánto la deseaba, le erizaba la piel a ella. El tacto de sus pieles, les hacían enloquecer. Enloquecían juntos. Se anhelaban juntos. Ansiaban con tanta fuerza detener el tiempo que… lo consiguieron.


Todo había empezado de una manera muy apasionada pero sutil. Compartiendo instantes, negándose lo evidente, riéndose de los comentarios ajenos que promulgaban su historia. No querían llegar al punto en el que se hallaban, lo habían evitado por todos los medios. Hasta el instante en que juntaron sus labios convirtiéndolos en uno solo...